El perro recobra su máximo protagonismo a partir de este mes en pos de las sordas y las perdices, ya casi acabada la temporada de puestos.
Algunos llevan desde la misma apertura de la caza menor, el 12 de octubre, saliendo al monte junto a su más fiel compañero, el perro de caza, pero son unos cuantos también los que, a la vista de lo extraña y escasa que está siendo la temporada de “pase” 2010 y cuya fechas se acaban, cambian sus bártulos del puesto para regresar a los bosques en pos de las primeras becadas o a los páramos castellanos a por la reina de la caza menor española, la perdiz roja. Las sordas ya se comienzan a dejar ver desde hace un par de semanas y las perdices, allí donde se han cuidado, está contando con pájaros, aunque de forma irregular y sin excesivos alardes.
Resulta muy difícil explicar la relación entre un cazador y su perro, más aún para quien no haya vivido en primera persona y en el monte las infinitas horas de trabajo junto a un ser generoso, de entrega intachable, fidelidad a prueba de bomba y siempre dispuesto a ofrecer hasta el último aliento a cambio de un simple gesto de reconocimiento o de una caricia de su amo. Por ahí vendrán las primeras precauciones a tomar para quienes cambian los paseos de mantenimiento hasta ahora realizados por las primeras jornadas serias de caza. Habrá que medir los esfuerzos de nuestro compañero, sobre todo hasta que alcance su punto de forma ideal, que llegará después de varias salidas. Su hambre por “devorar” monte suele deparar malas pasadas en forma de lesiones que nos pueden dejar unos cuantos días al equipo en “dique seco” y precisamente en el mes en que se supone llegarán las primeras becadas de una forma seria, en apenas un par de semanas.
El perro es el auténtico profesional del monte o del campo, pero su amo deberá ayudar a dosificar su esfuerzo en estas primeras jornadas. También deberá adecuar su alimentación para esta época de intenso desgaste, algo que se puede solucionar fácilmente adaptando su alimentación con los excelentes piensos de alto rendimiento que hay en el mercado. Por supuesto, siempre dando por supuesto que el perro se encuentra en perfecto estado sanitario, ante cuya mínima duda nunca sobrará una visita al veterinario. Cuidado con las zonas en las que hay ganado, herbazales o zonas resecas, porque sigue habiendo garrapatas que pueden ocasionar imprevistos y hasta disgustos. En cuanto a las vacunaciones, recordar que si se sale de nuestra comunidad autónoma, en otras exigen la vacuna antirrábica. Y siguiendo con la documentación, habrá que llevar siempre a cuestas, incluso durante las horas de caza, la cartilla sanitaria, el “dni” del perro, que cualquier autoridad nos puede pedir en cualquier momento. Además habrá que tener en cuenta las exigencias legales de carros y remolques de perros, revisar sus luces, el estado de sus neumáticos, y la rueda de repuesto o la amortiguación si la tuvieran, además de los permisos o la señalización del transporte de animales vivos.
Volviendo a nuestro protagonista, las primeras salidas y los primeros minutos de cada salida habrá que dejar que se desfoguen a gusto, para progresivamente ir centrándose en su trabajo. Las prisas nunca son buenas consejeras tampoco en este aspecto. En menos de lo que esperamos, el can sabrá adoptar la compostura a su tarea en pos de las becadas o perdices. Dicen que se suelen parecer a su amo, y algo de razón tendrá el dicho, sin duda. Pero tampoco les pidamos desde un primer momento lo que nosotros somos capaces de hacer, que del resto ya se ocupará él. Quien tenga dudas de la capacidad de memoria de los canes, que vea cómo reconoce las zonas de querencia o donde tuvo ocasión de mostrar y cobrar alguna pieza el año pasado, por ejemplo. La cautela y el olfato volverán a ser sus guías para deleite de su amo. Y como dice los grandes adiestradores; el mejor aprendizaje del perro llega con el contacto con la caza. A cazar.
J.ATXA
DEIA
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