Lo que se necesita saber para dar con
un corzo tiene mucho que ver con la experiencia acumulada tras muchas horas de
monte en pos del duende, el conocimiento del terreno en el que se va a mover y
sus costumbres y querencias en la zona, así como algunas indicaciones, una
cuantas, aprendidas por alguien que sepa más de la materia. Aquí vale desde la
experiencia directa de un amigo hasta los libros y vídeos que pormenorizan en
detalles sobre cómo desarrollar esta exigente modalidad. Se trata, en cualquier
caso, de diversos intangibles obligatorios para lograr el éxito que algunos
tardan mucho tiempo en lograr. Porque tratarle de tú a tú a un corzo en su
propio medio supone adentrarse en su mundo, mimetizarse y conocer bien sus
comportamientos para lograr tenerle a tiro.
En la parte más material, lograr el equipaje óptimo para emprender este duelo
suele ser mucho más fácil. Como se va a andar por el monte pisteando los rastros
que vaya dejando el pequeño cérvido, la ropa deberá ser cómoda, al igual que el
calzado. Habrá que dejarse los flamantes modelos de estreno para mejor ocasión
porque lo que se busca es comodidad y practicidad ante todo. Cuanto más ligera
mejor, y resulta importante, ya metidos por ejemplo en el bosque, que la ropa
esté formada por prendas “silenciosas” cuando rocen con ramas o arbustos, por
ejemplo. Como estamos en primavera, en general no serán prendas pesadas y hay
ropas “técnicas” de montaña que pueden dar un excelente resultado. Eso sí, en
los colores también se reclama cierta dignidad cinegética, y sin llegar a
ropajes mimetizados con rasgos militares, las prendas de color verde o marrón
serán los más convenientes. El calzado no deberá ser muy pesado, para que el
suelo o las ramas no crujan bajo los pies, y los modernos forros de “goretex”
suponen una buena ayuda para este apartado. Un chubasquero o similares tampoco
estará de más.
EQUIPO. En cuanto a materiales, las lentes serán fundamentales para poder
apreciar con poca luz los máximos detalles; desde avistar a nuestro corzo hasta
diferenciar con más detalle sus características, entre ellas su cornamenta, para
saber si es el animal que buscamos. Los prismáticos deberán ser de la mayor
calidad que nos permita el bolsillo y serán de un mínimo de 8 aumentos, con un
diámetro de lente de salida no inferior a 40 milímetros, para así “coger” la
máxima luz posible hasta en las peores condiciones. La mira telescópica con la
que irá equipada el rifle también deberá ser muy similar, de la máxima calidad
que podamos comprar, con un mínimo de diez aumentos y de al menos 50 milímetros
de “campana”. En el mercado actual hay modelos para todos los bolsillos, desde
unos pocos cientos de euros hasta más de dos mil. Algunos con telémetro o
medidor de distancias incorporado, lo que facilita al tirador saber la
trayectoria y la caída de la bala disparada según cada calibre y tipo
utilizado.
También hay telémetros de bolsillo, cada vez más asequibles en cuanto a su
precio, para conocer la distancia exacta a la que se encuentra la pieza. Algunos
incluso calculan las caídas del proyectil cuando las distancias no son rectas,
como cuando hay desniveles o se caza con arco.
En cuanto al disparo, se debe
diferenciar la acción de cazar con la de tirar, porque abatir un corzo por
encima de doscientos metros, por ejemplo, es más tirar que cazar. Y es muy
factible con los equipos actuales. Y en cuanto al rifle, se suelen desestimar
los pesados semiautomáticos en favor de los de cerrojo o, mejor aún, los
monotiros. Cuanto más ligero, más cómodo; y en calibres no conviene sobrepasar
el 30.06 ni usar magnum tradicionales para aprovechar la carne para su consumo.
Cualquier calibre pequeño en un rifle bien puesto a tiro servirá para conseguir
abatir a este curioso cérvido.
J.ATXA
DEIA
viernes, 4 de mayo de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario