Está de moda el jabalí. Un tipo duro. No en vano se ha convertido en la modalidad de las especies mayores más practicada en España -el número de capturas anuales ronda los 200.000 ejemplares-.
De hecho han colonizado prácticamente toda la Península, suscitando un atractivo especial por cuanto de dificultad y conocimientos exige su caza. Pese a su ferocidad, violencia, peligrosidad y atrevimiento, siempre hemos entendido que el cerdo doméstico es su descendiente directo.
Existe una cierta afinidad, pero mejor les cuento las costumbres de unos y otros. Su fenotipo en líneas generales es similar pero difiere en ciertos detalles muy propios del estado en que unos y otros se desarrollan. Así, vemos una distinta constitución de la parte anterior y mayormente en la cabeza, bastante más prolongada; el testuz más recto, los miembros más vigorosos y largos, los colmillos más gruesos, largos y cortantes; las orejas cortas con mucha movilidad y algo redondas; las cerdas más abundantes y fuertes. Comienzan a reproducirse cuando tienen dos años (el cerdo doméstico puede hacerlo cuando tiene 8 meses); son monógamos y en época de celo (enero) sostienen duras luchas por las hembras. La preñez dura cuatro meses y paren de tres a ocho crías que la hembra amamanta durante seis o siete meses.
Durante este tiempo se comportan igual que los cerditos. Una vez destetados hacen rancho común jabalinas, jabatos y machos de menos de tres años. Cuando han cumplido cinco o seis años se vuelven insociables o independientes. El régimen alimenticio es parecido al del cerdo, omnívoro. Esto hace que sea poco exigente en cuanto a calidad y variedad de alimentos. En época de montanera (bellotas encinas) se ceba, si bien no desprecia los hayucos, castañas, tubérculos, manzanas, raíces, gusanos, larvas, serpientes, ratas, gazapos, insectos&hellip En definitiva, un fenómeno de la naturaleza y el sueño de muchísimos cazadores.
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