Como todos sabemos, durante los últimos años (cuento los años mediante temporadas de caza) estamos sufriendo infinidad de ataques por todas partes; tanto de las administraciones como de las asociaciones anti-caza (mal llamadas ecologistas).
Los cazadores somos gente muy apasionada con nuestra afición, anteponemos la caza a la mayoría de las cosas que pasan en nuestra vida; ante todo nos gusta que nos dejen y poder cazar. En este aspecto no hay colectivo que nos supere; somos un colectivo de primera división.
¿Y en cuento a la defensa de nuestra afición? En este aspecto somos de tercera regional. Mientras podamos cazar en nuestro “coto” particular no nos importa nada. Somos uno de los colectivos más egoístas (junto a los pescadores), y es ese egoísmo el que nos esta llenando el futuro de nubarrones.
No tenemos el sentimiento “somos”, no nos sentimos una gran familia y ahí esta nuestro error. Vemos a los otros cazadores como competidores y competencia. Hay que darle la vuelta a esta perspectiva de ver las cosas.
Necesitamos urgentemente sentirnos “parte de”, ser un “somos”; ser parte de la familia de los cazadores y considerarnos amigos de batalla. Tenemos que ver a los otros cazadores como “parte de nuestra familia particular”. Ahí esta la clave pare que en un futuro la caza siga siendo lo que nosotros conocemos, para que nuestros hijos y nietos cacen.
Puede que el anteproyecto de ley de caza vasca (en el caso de Euskadi) sirva para fortalecer el “somos”; fortalecernos como unidad conjunta y luchar entre todos por la caza. Por que si no, puede que llegue el día donde nuestro “coto” particular sea el intensivo donde te sueltan aves de granja.
IKER HIDALGO
Puede que el anteproyecto de ley de caza vasca (en el caso de Euskadi) sirva para fortalecer el “somos”; fortalecernos como unidad conjunta y luchar entre todos por la caza. Por que si no, puede que llegue el día donde nuestro “coto” particular sea el intensivo donde te sueltan aves de granja.
IKER HIDALGO
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