sábado, 26 de julio de 2008

OTROS TIEMPOS

J.A.SARASKETA
Los que hemos conocido tiempos pretéritos -para bien o para mal- detectamos ahora en los cazadores un comportamiento cuando menos distinto, más acomodado y lógicamente fruto de la evolución de las cosas. Las armas son más perfeccionadas, los coches ni les cuento, la munición, el calzado, las prendas. Por no hablarles de los nuevos carros de perros, los móviles y los GPS. Todo ayuda y se utiliza para cazar.
Uno que como otros muchos de mi generación se desplazaba a Burgos en una Lambretta con el perro en los pies, una caja de cartuchos, la misma ropa para viajar y cazar, llueva o salga el sol, le suscita cierta admiración el cúmulo de trastos que mueven algunos en cada salida.
¿Hace falta tanta cosa? Si les preguntan a mis hijos seguro que les responden que todo es poco. Pero permítanme cuando menos que añore el duermevela de la víspera de la desveda, la misa de cazadores a la que se asistía totalmente pertrechado, incluso con escopeta y perros, acompañados de cuatro viejecitas tapadas hasta los ojos, mientras dormía el pueblo escondido en el regazo del cierzo que lo azotaba.
Fueron otras épocas y otros medios. Todos respetables si el cazador suda la camiseta y no resta a la pieza instinto alguno de conservación y defensa. Créanme: hay muchos cazadores, cada vez más, que llevan este principio a rajatabla. Prueben si no, incluso cazando codorniz, a seguir a pleno sol a un cazador que por tal se tenga.





Fuente: EL CORREO

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