jueves, 27 de agosto de 2009

La 'zona de apertura tardía' sorprende con codornices

La apertura de la media veda de caza en la denominada zona de apertura tardía en las provincias castellanas de Burgos y de Palencia este pasado domingo 23 de agosto, sorprendió gratamente a algunos de los miles y miles de cazadores vascos que se desplazaron hasta sus cotos con la idea de poder dar con ejemplares de la pequeña ave migradora africana.


A sabiendas de cómo se inició de pésima la temporada ocho días antes en tierras castellanas, con fincas inmensas sin paja y nula o escasa presencia de codornices, salvo en puntos muy contados, ciertamente las expectativas eran poco optimistas para la zona tardía aunque la caza sin la ilusión deja de ser caza

Preguntas
Para muchos aficionados aún resonaban en su cabeza los innumerables cantos de las codornices ocultas sólo dos meses atrás en las largas piezas de cereal en esos mismos lugares. ¿Se habrían marchado todas ante la falta de refugio? ¿Cómo sería el primer día en estas zonas más húmedas y más al norte que el resto de sus zonas vecinas? Eran las dos preguntas que quedaban por resolver. Por si fuera poco, la niebla ocupó a primera hora del domingo pasado buena parte de muchos de los valles en los que se comenzaba la media veda, como en el vecino Valle de Losa, en partes del Valle de Tobalina o en el Valle de Mena o en la zona de Espinosa, por citar cuatro lugares representativos de Burgos. Con muy contadas hileras de paja y la mayoría de restos de cereal como campos de golf rasurados a unos pocos centímetros del suelo, e incluso ya arados en los peores casos, muchos tuvieron que esperar todavía un par de horas más para poder sacar los perros.

Sorpresa
Sobre las nueve o nueve y media, según las zonas, el sol comenzó a dejar notar su presencia fundiendo poco a poco las nieblas matutinas y en los fondos de los valles comenzaron a oírse las primeras detonaciones. Increíble pero cierto. En los antiguos rastrojos, pero sobre todo en los linderos, en los perdidos y en las zonas más húmedas cercanas a arroyos, ríos o acequias, quedaban codornices para que muchos cazadores y sus perros no retornaran a sus casas con el temido bolo a cuestas, esto es, volver con las manos vacías. Cierto que el número de pájaros seguramente fue insignificante con la cantidad que pudo haber antes del paso de las cosechadoras y las enfardadoras, pero la pequeña ave africana mantuvo efectivos suficientes en las zonas norteñas al menos para demostrar que las teorías mejor razonadas en el monte o campo a veces se convierten en papel mojado.

Eso sí, la abundancia de cazadores y de perros, precisamente en la jornada inaugural, convirtieron al pasado domingo en un ejemplo de lo que no debe ser la caza bien ordenada, pero tampoco quedaban más alternativas, ni espacio físico, para elegir.

Quien tuvo paciencia y perseverancia, y el perro o perros medio en forma, pudo coger seis u ocho ejemplares, con algunos llegando y sobrepasando la decena de pájaros colgados. Por supuesto que hubo quien llegó a dos docenas, pero también muchos se tuvieron que conformar con dos o tres codornices.

Unas cifras en cualquier caso que provocarían la sonrisa al menos de los más veteranos en esto de la caza al hablar ¡de codornices! pero es que durante los últimos tiempos y en los cotos más normales tampoco se puede soñar mucho más. Eso sí, aquí vuelven de nuevo las preguntas: ¿Qué hubiera pasado este año si se hubiera gestionado mejor la media veda? ¿Si hubiera habido paja aún en los campos? O mejor, ¿Si se hubiera adelantado la apertura, más acorde a los rápidos ciclos agrícolas actuales?

No habría que retroceder mucho en el tiempo para recordar medidas similares. Y por cierto ¿para qué ahora casi veinte días hábiles de caza, más con unos campos sin casi codornices?
J.ATXA

Fuente: DEIA




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