lunes, 29 de junio de 2009

Un auto apuntilla a la caza al obligar a los cotos a pagar los siniestros provocados por animales

Tiempos difíciles para los cotos de caza en Álava. La batalla legal que la Asociación de Cotos de Álava (ACCA) libraba para conseguir que los gestores de estos recintos no fueran los únicos responsables en el caso de que un animal salte a la carretera y provoque un accidente, se le pone cada vez más cuesta arriba

Una reciente sentencia de la Audiencia Provincial pone contra las cuerdas a los gestores de los cotos, ya que rechaza las tesis de su compañía aseguradora y les obliga a pagar en caso de accidente aunque el animal causante no se pueda cazar. Les abre, eso sí, la puerta a poder reclamar más tarde a la institución que consideren responsable, en este caso la Diputación Foral de Álava. Una alternativa inquietante, ya que el ente foral acostumbra a rechazar casi todos los recursos de responsabilidad patrimonial que se le plantean. Las instancias judiciales comenzaron a mostrar sus cartas el año pasado, cuando el Tribunal Supremo no admitió a trámite un recurso presentado por los cotos de caza en contra de una sentencia dictada por la Audiencia Provincial y que transitaba por los mismos vericuetos que la actual. Aquel fallo les condenaba a pagar los daños causados por los ejemplares, incluso por aquellos cuya caza tienen prohibida, que saliesen de la reserva y provocasen siniestros. El cambio de tesis legal, inédito hasta el año pasado, representa un varapalo considerable para los cotos, ya que hasta 2008 la indemnización corría a cargo de la Diputación en el caso de que el animal causante del siniestro careciese de aprovechamiento cinegético. En esta nueva sentencia, notificada la semana pasada y en la que actúa como ponente el presidente de la Audiencia Provincial, se introduce un sistema de responsabilidad por culpa del adjudicatario del coto en virtud del cual "éste tiene ahora la oportunidad de probar que empleó la diligencia debida para evitar el daño y, sólo en ese caso, resultará exonerado". Tras descartar de plano la responsabilidad del conductor, el tribunal estima que no es posible aclarar la situación cinegética del corzo causante del accidente, es decir, si se podía cazar o no. En todo caso e independientemente de que se pudiera disparar sobre el animal en una reserva determinada, los jueces entienden que el adjudicatario del coto -que no suele ser el dueño de los terrenos, sino un arrendatario que cambia cada cierto tiempo- es responsable del siniestro. Llegados a este punto, la sentencia hace especial incidencia sobre la cuestión de la diligencia en la gestión de las reservas de caza. Una cuestión que, a ojos de cualquier neófito, se solventaría vallando el perímetro de los cotos. Aunque la solución puede parecer sencilla, en la práctica no lo es, ya que, tal y como señala el vitoriano Ángel Parra, cazador y mediador en seguros, "no sólo es inviable económicamente, sino que además la ley lo impide". En otras comunidades autónomas, como por ejemplo en Castilla y León, en las que la caza se halla más industrializada y las reservas son más pequeñas, de varios cientos de hectáreas -el coto de Maeztu, el más grande de Álava, ocupa una superficie de 16.500 hectáreas- se cercan los perímetros e incluso se alimenta regularmente a los animales, algo que no se puede llevar a cabo en Álava. Si se quisiera aislar el coto de Maeztu, algo que, de primeras, prohibe la legislación- sería necesario instalar 400 kilómetros de vallado, lo que a su vez redundaría en innumerables cierres de paso a fincas particulares y en impedimentos insalvables para quienes acostumbran a realizar paseos o marchas campestres. Este nuevo fallo viene a reforzar la jurisprudencia emitida en contra de los cotos. La actual aseguradora de los cotos alaveses, Axa, tendrá que e hacerse cargo a partir de ahora de cuantos percances ocurran por cuenta de animales sueltos, se puedan cazar éstos o no. Si hasta 2008 asegurar un coto se tornaba en cuestión harto onerosa, a partir de ahora se convertirá en prohibitiva, sobre todo si tenemos en cuenta que los choques contra corzos, jabalíes y demás especies cinegéticas constituyen el primer motivo de siniestralidad en las carreteras alavesas. En total, 289 ciervos, corzos y jabalíes se cruzaron en el camino de los automovilistas cuando transitaban por viales alaveses. ABSURDO LEGAL Los cazadores no comprenden el embrollo legal generado desde hace un año en Álava con los cotos. Así, Parra señala que de acuerdo con el código civil, los animales son res nuli , es decir, que no pertenecen a nadie hasta que son cazados, momento en el que pasan a ser titularidad del cazador. En el caso de provocar un accidente, el animal que no ha sido cazado no es propiedad de nadie, pero las sentencias hacen responsables a los cotos, entidades que ni siquiera poseen el terreno del que ha salido el animal. "Es como si te alojas en un hotel y al abrir una persiana que está en mal estado cae a la calle y provoca un accidente. El responsable no eres tú, sino el hotel, por no mantener sus instalaciones, ¿no? Pues con los cotos sucede justo al contrario", lamenta. Las sentencias han vuelto el mundo de la caza del revés, ya que los cotos pagan a la Diputación sus cuotas, los cazadores sus licencias y no obtienen protección por parte de la institución foral. "Nos dicen cómo, cuándo y dónde podemos cazar, pero no asumen la responsabilidad de los daños que puedan provocar los animales protegidos. ¿Qué sucedería si un ejemplar protegido se dirige a la carretera en el momento en el que llega un autobús escolar y yo estoy en el coto? ¿Disparo o no? Si la Diputación no se hace responsable de nada, tampoco debería poder marcarnos pautas a la hora de cazar", señala este cazador alavés. En cuanto a alternativas de futuro, Parra estima que "legalmente se nos han cerrado las puertas y no creemos que la Diputación nos vaya a ayudar". "Parece que somos los malos, cuando en realidad somos quienes más nos preocupamos por mantener el medio, incluso enfrentándonos a aquellos cazadores que hacen las cosas mal", concluye el cazador alavés

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