viernes, 2 de diciembre de 2011

Días óptimos para el mejor aliado

Cada becada es un examen distinto para el mejor aliado del cazador, el perro, y pone a prueba todas sus facultades en estos días en los que algunas sordas ya están instaladas en nuestros montes y otras siguen llegando de forma esporádica. El ya pasado mes de noviembre no sólo fue bueno en el paso de torcaces, sino que también se registraron varias jornadas notables en cuanto a entrada de sordas, certificadas por muchos de los cazadores de esta modalidad que cada vez alcanza más tintes de religión. La propia festividad de Todos los Santos hubo encuentros inusitados con becadas, aunque por aquellas fechas, justo hoy hace un mes, muchos seguían a la espera de palomas y zorzales en los puestos.

Pero hay otra legión de aficionados que están deseando salir con sus perros en busca de la que los franceses denominan “la dama del bosque” y que volvió a dejarse sentir junto a la malviz los días 7 y 8, después del fuerte temporal del 5 y 6 de noviembre. Los que acudieron a tierras castellanas también lo certificaron con numerosos levantes y menos capturas los días 10, 12 y 13, una tónica que ha ido en descenso en los dos últimos fines de semana, aunque con pájaros en los montes.

TRABAJO
Pero para estas fechas, canes y amos tienen ya el rodaje de monte suficiente para encarar con ciertas garantías cada jornada de caza a sordas. Si algo hay que destacar es el esfuerzo que cada perro dedica en busca de la preciada ave con el fin de satisfacer a su dueño. En él se unen la nariz con el instinto, además de cierta experiencia y el pertinente adiestramiento, para enfrentarse a cada situación con la que se tope. Sabido es que un perro dispone de cuarenta veces más células olfativas que el ser humano, y ese sentido será el que le guíe en cada carrera en la búsqueda de la más mínima emanación. En cuanto a las distancias de trabajo, cada vez se ven más perros que buscan pájaros a distancias considerables de sus conductores, pero también quedan los cazadores que siempre quieren tener a la vista a su fiel compañero y disfrutar de un trabajo más cercano y concienzudo. En el momento de detectar y mostrar la pieza, el contacto con el amo siempre será clave, aunque los que trabajan más lejos normalmente irán provistos de un collar zumbador que avise al dueño de su posición, mientras que los que anden cerca se bastarán con el silencio de su tradicional campano para avisar de que tienen algo serio delante. Sobre gustos y preferencias hay mucho escrito, y es raro que quien prefiera una forma de cazar cambie a la otra, con ventajas y desventajas en ambas.

GUÍA
El protagonista en cualquier caso seguirá siendo el perro, que no cejará en su empeño por poder mostrar la pieza, trabaje de una u otra manera. El momento culmen de su tarea llegará cuando “muestre” al pájaro. Es el momento de la denominada “guía” y cuando entra en funcionamiento su “cabeza” amueblada por el adiestramiento, y sobre todo por las experiencias que vaya acumulando. También lo que determina si un can vale o no para cazar sordas. Si se acerca precipitadamente, volará el pájaro, por lo que intentará acercarse al máximo posible de las emanaciones para así detectar la pieza y parar a una distancia segura.

La veteranía le empujará a “bloquear” al pájaro, pero éste quizá también a su vez intentará evadirse de ese animal peludo y grande que le busca lentamente. Si es un perro joven que trabaja solo, habrá que extremar los cuidados en el aprendizaje, a sabiendas que solo debe iniciar la guía y moverse con el permiso de su amo, ya sea para aproximarse a la pieza o para seguirle en su huida. A veces cazar junto a un experto ayuda a los jóvenes, sabiendo qué se hace en cada momento. Y lo mejor llegará cuando el perro cobre la pieza abatida y la traiga en la boca, momento en que su amo deberá reconocerle y premiar el esfuerzo realizado antes de seguir cazando.
J.ATXA

DEIA

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