viernes, 26 de agosto de 2011

El rastrojo de la discordia

El cabreo era perfectamente previsible en muchísimos acotados de codorniz y la progresiva retirada de la paja de estos últimos días ha precipitado el enfado de muchos cazadores y de los correspondientes gestores de cotos, que ven cómo otro año más, han alquilado eriales en los que la presencia de la pequeña migradora africana se convierte en un auténtica quimera, en algo utópico o fantasioso. Si hace varias semanas se hablaba de la previsible abundante presencia de codornices en los campos, como hacía años no se recordaba, la apertura de hace hoy justo diez días volvió a demostrar que resulta necesario tomar medidas urgentes para no terminar con esta modalidad de caza.

Claro que la alegría siempre va por barrios, y las abultadas perchas de unos pocos afortunados en zonas muy codorniceras o en lugares contados no debiera esconder el panorama que miles de cazadores de a pie padecen año tras año. Alquilar un coto para toda la temporada en el que también se incluye la media veda, acudir el día de la apertura y encontrarse con unas fincas de cereal cortado y con hileras de paja debiera ser lo normal, sabiendo que el gestor normalmente arrienda los terrenos al municipio o autoridad local para varios años. Pero pocas veces coinciden los intereses de los titulares del terreno con las autoridades, con los gestores ni con sus usuarios, los cazadores.

MALESTAR

Acabada la recogida del cereal, el posterior corte de la paja en largas hileras, conocidas como rastrojo, su empacado en fardos y recogida a veces se acometen en plazos que anulan la actividad cinegética. El resultado; campos sin rastrojo en los que la supervivencia de la codorniz es imposible. Y los cazadores, que han pagado y bien su derecho a cazar, se encuentran un escenario en el que resulta imposible hacerlo. En concreto, la semana pasada muchas fincas del norte de Burgos recogían la poca paja restante en los campos para asombro de los cazadores que veían, además en un día hábil de caza, el pasado jueves, cómo algunos agricultores se dedicaban a enfardar y empacar la paja. Con dieciséis días hábiles por delante de media veda aún. Resultado; las administraciones no dicen nada; los ayuntamientos cobran lo suyo por una caza, haya condiciones adecuadas o no; y los agricultores se preocupan de lo suyo, a sabiendas que los dineros municipales recaudados también les repercuten directamente. Y los cazadores se limitan a pagar, ver cómo les toman el pelo año tras año, sin que nadie ponga orden a esta media veda de codorniz en buena parte del norte peninsular.

Ya hace dos años incluso la Oficina Nacional de la Caza quiso mediar en este espinoso asunto, que derivó el año pasado en la propuesta de un manual de buenas prácticas agrocinegéticas, pero justo en 2010 el retraso de las cosechas y también la buena campaña codornicera tapó una situación que vuelve a emerger en estos días. El propio presidente de la Federación de Castilla y León, Santiago Iturmendi, aseguró tras la apertura del pasado 15 de agosto que la mitad de Castilla y León estaba “inservible para la media veda”, por la falta de rastrojo, destacando los malos datos de capturas en la apertura, cifras que por supuesto que no han mejorado en los días hábiles siguientes con la progresiva desaparición de los últimos vestigios de rastrojo. Las capturas fueron a menos en casi todos los pagos, y salvo por la noticia de que en muchas zonas de León se registraron buenas capturas, el optimismo de los cazadores ha ido decreciendo con el paso de las jornadas mientras crece su enfado. Porque las codornices, a pesar de todo, siguen estando presentes por linderos, perdidos, proximidades de zonas húmedas y de parcelas con regadíos. Pero ese ya es trabajo específico para el perro o perros, porque en el campo, otro año más, no acompaña gracias al rastrojo de la discordia.
J.ATXA


DEIA

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