viernes, 3 de septiembre de 2010

UNA JORNADA DISTINTA DE MEDIA VEDA

Relato de una estupenda mañana en media veda tras la codorniz al sur de tierras alavesas con Iñaki Elorriaga, su hijo Iñigo y su amigo Javi.

Segunda jornada hábil de caza en media veda en Álava. Al sur de este territorio, después de Treviño, es la cita con Iñaki Elorriaga, cazador, criador y adiestrador de perros de Lezama con residencia en Zornotza que, por ser “de casa”, quizá no cuenta con todos los laureles que merece. Campeón del Mundo, también subcampeón, muchas veces más campeón por equipos, por no hablar de los numerosos entorchados estatales y de las monográficas españolas que acumula con Epagneul Bretón, su gran pasión. Un perro de menor talla y menos visto que el setter pero incansable en la búsqueda, que aprende rápido y dotado de una nariz e inteligencia sorprendentes, cualidades que le hacen ser el primer perro de caza en la vecina Francia, donde algo saben de caza.

Siete de la mañana. Camino del coto, los primeros inquietos asoman a media luz por los rastrojos con sus perros. Pero las prisas se desvanecen al llegar a su casa del pueblo. En su coto no se puede vagar de terreno en terreno con el coche sino que hay que salir andando desde el mismo pueblo. La partida la componen junto a Iñaki su hijo Iñigo, y hoy les acompaña de visitante y sin escopeta Javi Arteaga, del Jan-Toki de Lezama, y el que suscribe con cámara de fotos. Las protagonistas de la jornada de caza serán dos: Uka de Astibitza, una bretona de cinco años, y Fia de Astibitza, una setter de tres años. Por supuesto, ambas del afijo de Elorriaga.

Cruzamos en silencio el pueblo con las primeras luces, pertrechados para la soleada y calurosa mañana y los perros atados. No se oye nada, salvo algunos gorriones. Reviso la fecha del móvil; la estampa parece de treinta años atrás. Muy a lo lejos ya se oyen tiros. Llegamos a la primera finca de cereal cosechado. Los perros corren con ganas, sin medir esfuerzos: hay ganas. Estamos a una altura superior a Urkiola y el cazadero está solitario. Pero las botas están secas, en esa zona no ha rociado: no hay codornices. Unos rastros, seguramente de perdiz y hacia monte cerrado distraen a Uka, conocedora de esas emanaciones. Fia también se asoma pero sigue corriendo. Cambiamos de pieza y el rocío llega a las botas. Ahora sí. Fia se clava al inicio de lo que fue un trigal con su parte trasera levantada. Javi sonríe orgulloso de su can, “primer punto” le bromea al también juez, cuando ve que la setter se tumba entera: tiene la pieza delante. Uka le ve de lejos y patronea. Poco a poco acorta distancias y se ponen casi juntas. Uka certifica el pájaro. Apenas hay luz para la cámara. A la orden de Iñaki, muchísimos segundos después, los canes entran y la codorniz arranca. Iñigo se reivindica con un certero disparo y dedica una sonrisa cómplice a Javi, mientras Iñaki sonríe en silencio antes de tomar el ave cobrada de boca de Fia. Será la tónica de la mañana; sólo cuando ambas perras hayan mostrado, parado o patroneado, según, y después de fijada la pieza lleguen sus amos, recibirán orden de entrar al pájaro. Segundos que se hacen eternos, hasta minutos. Hay codornices. Y perros de nivel. La mañana transcurre con mucha rapidez a pesar de que el sol comienza a apretar. Se suceden los lances a cada cual más espectacular. Si se detectan pollos se abandona urgentemente la zona. Y si salen pájaros, que salen, de los pies pero no han sido bien puestos, no se hace ni amago de disparar. No importa la cantidad de piezas, sino la calidad y el trabajo de los canes. Sin prisas. Ni pausas. A lo lejos se oye un tiroteo de cotos vecinos, gritos llamando a perros, coches al pie de las fincas… pero parecen estar a mil kilómetros. Ya de vuelta, solo tres horas después, nos topamos con otro gran cazador, de prestigio y toda la vida cazando, resalta Iñaki. Se trata de Moisés Alonso, sacerdote jubilado que aún da misa en Treviño y otros pueblos, acompañado de un setter joven pero de mucho trote. Saludos, indicaciones de dónde quedaron codornices y deseos de suerte mutua. Una jornada de caza para recordar.

J.ATXA

DEIA

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