sábado, 6 de septiembre de 2008

Vibra la sierra

Próxima a finiquitar una irregular temporada codornicera, las miras de algunos cazadores apuntan hacia las torcaces, intentando solucionar los fracasos de la media veda. No en vano son muchas las 'orgánicas' (empresas que organizan cacerías) que aportan importantes tiradas en el centro y sur peninsular. De todas formas, los más constantes continuarán saliendo a codornices, a la espera de dar con ese día soñado en el que los pospolines decidan descansar en alguna paramera en su regreso a Africa. Bien pues para los que las trabajan, aunque las perchas sean insignificantes.


También los corceros apuran sus últimas posibilidades de hacerse con una buena cabeza antes del desmogue, allá por noviembre. Su primo-hermano el ciervo, en breve y con las primeras lluvias de este mes, empezará a destaparse, iniciando un careo en busca de las futuras madres de sus hijos. Es la brama o berrea, época de amor y lucha en la que el rey del bosque entra en celo durante un periodo aproximado de 15 días y que resulta espectacular si se tiene la suerte de contemplarla. Una primavera lluviosa y un verano con agua y temperaturas suaves ha permitido que ahora se goce de unos pastos espléndidos y en consecuencia unas cuernas poderosas. Así las cosas, este corto período de tiempo supone para el cazador la oportunidad de hacerse con ese gran trofeo que va a entrar en regresión y retirar los animales defectuosos o enfermos. Evidentemente, no es lo mismo recechar en una finca cercada con una superpoblación cervuna que en una reserva de caza o acotado del norte peninsular, donde la orografía se las trae. Este arte del acercamiento requiere una buena preparación física, conocimiento exhaustivo de la zona, astucia y un manejo exquisito de los prismáticos y el rifle. Abatido el animal, el cazador debe inexcusablemente aviarlo, aprovechando su carne bien para consumo propio o para regalar a sus amistades. Etica profesional y respeto hacia el animal que se le ha quitado la vida. Porque cortarle la cabeza y abandonar el cuerpo es propio de cuatro insensatos que no entienden la enjundia que conlleva llamarse cazador.


Fuente: El Correo

No hay comentarios: