jueves, 18 de diciembre de 2008

UNA CUESTIÓN DE NARICES

El olfato del perro y su actitud para la búsqueda y la muestra del pájaro determinan el éxito o fracaso de las jornadas de caza por estas fechas. La veteranía, aquí sí, se convierte en más que un grado.

J.ATXA


Dicen que cuentan con 40 veces más células olfativas que el ser humano, y es por estas fechas cuando dan fe de ello para asegurar el mayor o menor éxito de las salidas al monte en pos de las becadas. Y si a la buena nariz se acompaña una buena actitud de búsqueda, el contacto con el amo y una muestra segura que bloquee a su pieza, el cobro será el deleite final, la guinda, para una acción de caza realizada con mayúsculas.


Aunque luego el monte y las jornadas de caza terminan por poner a cada uno en su sitio. No en el bar o con los amigos, que siempre es más fácil y hay menos testigos de las hazañas, tanto propias como ajenas.


Hay perros que corren y corren, y otros que apenas se separan de su amo tras las primeras y obligadas carreras al salir del carro o del coche, los menos. Casi todos los demás, en general, aparentan un ritmo más o menos acelerado, vigilando siempre a su dueño y su posición, mientras corren en busca del mínimo rastro que delate la zona de querencia de la presa. A la hora de contar con efluvios en su excelente pituitaria, habrá canes que delimiten la zona de búsqueda hasta dar con la pieza, aunque también hay perros que delatan las muestras viejas para susto de su amo, incluso cuando ya no haya pájaro hace rato por las cercanías.


La cabeza del perro, después del olfato, será entonces fundamental. Y la veteranía, aquí sí, se convierte en más que un grado. El cachorro que el año pasado pudo poner un par de docenas de becadas ya sabe lo que tiene por delante y cuál será su tarea, algo mucho más difícil para los que tienen que sacar pecho esta larga campaña de aguas y nieves.


En los últimos años se han impuesto los perros de amplia búsqueda, que galopan incluso a varios cientos de metros de su amo, capaces de volar sobre bosquetes, zarzas y todo lo que se les ponga por delante. Esos perros necesitarán de un collar que delate su presencia y especialmente cuando llegue la muestra. Y si ésta se produce lejos del amo, lo más normal, serán las piernas humanas las que tengan que responder a la llamada del lejano e intenso pitido, que los hay, y de muchos tipos y tonos.


Avances y cada vez más baratos y mejores, por si alguien tiene dudas. Aunque sean muchos los que renieguen de estos avances a la hora de salir al monte, buscando las formas más clásicas de una modalidad explicada y fomentada hasta la saciedad desde los medios de comunicación especializados. Revisen cualquier revista de este mes, a ver cuál es la que evita hablar de las excelencias de esta caza, de cómo cazar y con qué perros, los lugares que frecuenta, sus costumbres y comportamientos… poco a poco llenando más de becaderos los montes de ya prácticamente toda la geografía peninsular. Claro que se trata seguramente de la última caza de un ave pura, y así nos olvidamos por ejemplo de la perdiz, cuyas condiciones de supervivencia, hablando de ejemplares naturales, no de granja, no pasan precisamente por buenas horas. Pero no parece importarle demasiado a casi nadie. Y es que las migratorias, ya se sabe, las trae el cielo. Y así nos va.


PREVISIONES

Aunque hoy quedará nieve en muchos acotados del interior y están previstas lluvias continuadas, el fin de semana, con la previsible entrada de un anticiclón, aparece como óptimo para poder pasar un buen fin de semana cinegético para los que se dedican a la caza con perro. Aunque en muchos sitios la temporada de perdiz ya se ha cerrado, las becadas pueden deparar aún alguna grata sorpresa. Y en las zonas más costeras, aparte de la superpoblación de canes y amos por todas partes, de nuevo se esperará la reciente entrada de las aves de pico largo a los bosques vascos.
Fuente: DEIA

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