sábado, 15 de agosto de 2009

A por las codornices

Cuando hoy desaparezca la luz de las últimas estrellas ante la creciente del astro del día, los impacientes cazadores darán suelta a sus perros en páramos y valles para localizar a las escurridizas codornices. Es mucha la ilusión contenida durante seis largos meses de veda para no sentir esa sensación de incertidumbre y esperanza contenida que supone afrontar una desveda.

Máxime con este animal donde todo es imprevisible. Hoy abundan, mañana pueden escasear. Por eso no es bueno crear falsas esperanzas a no ser que la información esté muy contrastada y haya seguridad de no equivocarse al menos con un margen de unos pocos días. La mano del hombre y la climatología son muy poderosas para un ave tan sensible. Pero como estamos para informar, les voy a contar cómo preveo que se va a presentar la temporada. En principio va a ser aceptable, con zonas donde los cupos de 35 ejemplares se cubrirán y, otros, con muy pocas, a pesar de que hace mes y medio había codornices a reventar. La sequía y la retirada de la poca paja que ha habido ha supuesto estos movimientos. Donde el campo sea un erial que nadie espere milagros. Si no hay mata no hay patata. Se suele decir que el 50% de las capturas de codornices se dan en Castilla y León, y el 50% de éstas, en Burgos. Pues bien, eso ya no es así. Zonas como La Bureba (Burgos), antes un lugar codornicero como pocos, hoy ya no lo son tanto. Por el contrario Los Monegros (Zaragoza), antes un desierto, se ha convertido, con los nuevos regadíos y la diversidad de sus cultivos, en una zona codornicera de primer orden. El agua en verano, si conlleva comida, es una maravilla para cualquier animal. Se sujetan bien en el lugar y engordan rápido. Los mismos perros en un ambiente fresco desarrollan infinitamente mejor todas sus cualidades venatorias. Lógicamente siempre que estén entrenados y picados. Un buen cazador normalmente hace un buen perro y un mal venador, salvo contadas excepciones, pues eso. vulgaridad y tristeza. Al cabo del año no hay perro que no se parezca al amo. La caza de este ave con un buen perro es como una suave melodía dirigida por la batuta de un extasiado venador que parece flotar sobre el rastrojo. Aunque la caza conlleve muerte hay una serie de procesos previos donde el arte se manifiesta de forma exquisita. Incluso desde el mismo duermevela de la noche anterior a la cacería.
J.A.SARASKETA

Fuente: EL CORREO

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