sábado, 19 de noviembre de 2011

El ave migradora más espectacular

El ganso o ánsar común también nos ha sobrevolado estos días de forma abundante, aunque sea una especie cinegética desconocida por estos lares.


Sus formaciones en “uve” les delatan a muchos kilómetros de día, aunque sus graznidos de noche también alertan de lejos a los cazadores y a los amantes de las aves en general. Estos últimos días han sido también óptimos para la pasa, de palomas y zorzales, junto a la entrada ya continuada de sordas en nuestros montes. La luna llena del jueves pasado y los aires del sur abrieron la puerta de par en par a ese fenómeno migratorio que algunos días permiten ver un auténtico espectáculo. Bien lo recordarán los que el miércoles, viernes y sábado pasados subieron al monte. Y si hay una especie que esté por encima de todas, incluso literalmente, es la del ganso o ánsar común (Anser anser), cuyos nutridos bandos se han dejado ver prácticamente todos los días de esta última semana. Se trata de una especie que comienza su periplo migratorio desde septiembre, pero cuya llegada masiva se produce por estas fechas. Diferentes fuentes ornitológicas calculan en unos 125.000 los ánsares invernantes que llegan cada año a la Península desde sus cuarteles de crianza desde casi toda Europa, con renombre propio para los países nórdicos e Islandia. El común es el más grande de la familia de ánsares, que también cuenta por miembros europeos al campestre, al careto grande y al piquicorto.

Volviendo al ganso común, es el que más se parece al de granja y reside por toda Europa, con muchos ejemplares en estado domesticado que poco tienen que ver con los que nos pasan casi entre nubes estos días. Sus formaciones en uve o hilera se alteran según las corrientes de aire, y es que estos largos trayectos serían imposibles de realizar si no se adaptaran en cada momento a la altitud, la dirección del viento y la velocidad de vuelo. Lo que sorprende de estas grandes aves, de una longitud que puede alcanzar los 88 centímetros y un peso de cuatro kilos, es cómo aprovechan la aerodinámica para volar; el ganso que va primero, al mover las alas, crea bolsas de aire con inferior resistencia que aprovecha el de detrás, y éste deja al siguiente, ahorrando energía en el proceso. Esta “eficiencia alada” les permite volar mucho más tiempo, más lejos y con menor esfuerzo a todo el grupo, dando rotación al primero, mientras algunos apuntan que las aves que van en la parte de atrás son las que emiten graznidos animando a las de delante. Por eso las rotaciones en el aire o esas veces que parecen quedarse quietos a gran altura mientras localizan los flujos de aire favorables para continuar. Su altura máxima de vuelo se sitúa incluso hasta los ocho mil metros, a su variante india se le ha visto sobrevolar por encima el Himalaya, por lo que no es nada fácil que las escopetas en Euskadi les alcancen desde los pasos tradicionales, donde se limitan a verles pasar siempre a alturas muy considerables. Salvo que algún viento muy fuerte les obligue a cumbrear, cosa poco habitual. De forma muy esporádica se ha visto ejemplares en zonas llanas alavesas, más en épocas de mucha nieve o durante temporales muy fuertes.


Se trata además de un ave muy inteligente, desconfiada y siempre alerta ante peligros posibles y que también en tierra toma todas las medidas oportunas para no dejarse sorprender. Viven en zonas húmedas abiertas y llanas, son pájaros muy gregarios que suelen viajar “en familia”, a sabiendas que pueden vivir hasta quince o veinte años y que el macho y la hembra mantienen su emparejamiento toda su vida. Respecto a su trayecto, las Marismas del Guadalquivir, Doñana y alrededores son su primer destino, con nutrida presencia en sitios como la Tierra de Campos palentina, en las lagunas de La Nava, Boada y Pedraza, donde hace un par de años se contaron más de treinta mil ejemplares, así como otros lugares emblemáticos como el Delta del Ebro y otros humedales. Siempre un espectáculo para los ojos, aunque aquí solo los veamos pasar.

J.ATXA

DEIA

No hay comentarios: