jueves, 13 de noviembre de 2008

Enemigos detrás de una escopeta

Todavía existen personas que presumen de ser cazadores, en base a hazañas basadas en engaños y artimañas varias, a los que habría que retirar del monte con urgencia.

SI la semana pasada hablábamos de lo complicado que resulta acceder a la tenencia y uso de la escopeta, ahora también nos toca ser autocríticos para reflexionar y darnos cuenta de que existen unos cuantos individuos dentro del mundo de la caza que jamás debieron poder portar una escopeta, y a los que habría que retirar urgentemente del monte y expresamente de la caza.

Ya han comenzado a llegar a los montes vascos las primeras becadas. Los cambios de tiempo de estos días de atrás y los vientos del norte han empujaron a estas preciadas ollagorras hasta los bosques y campas de Euskadi. Y nos hemos enterado, no por los sorderos -una modalidad en exceso mitificada en los últimos años por los medios especializados-, sino por esos disparos extraños que se oyen antes del amanecer o cuando la tarde ya ha terminado.

Por la caza a la espera, esto es, a traición de un ave que cambia a esas horas su zona de alimentación por otra de resguardo o a la inversa y que lo hace de forma sistemática y en querencias ya conocidas por quienes se dicen cazadores. Y que luego incluso alardean del número de sus ejecuciones.

APRECIADA
La sorda, becada, arcea, chocha, pitorra… es un ave emblemática muy buscada por miles de aficionados vascos que cuidan y miman durante todo el largo año a sus perros, con el consiguiente y notable esfuerzo, para luego intentar disfrutar de apenas tres meses por los montes y bosques en su busca. Y el concurso del perro resulta fundamental, ya que será quien muestre la pieza con la suficiente habilidad para bloquear a la pieza hasta la inminente llegada de su dueño.

El momento del disparo ya es otro asunto, porque el vuelo rápido e irregular le permite escapar al pájaro en muchas ocasiones, más de las que se cree. Pero ese conjunto es cazar con mayúsculas en un duelo más equilibrado entre perro, dueño y ave. El resto, además de traición, es una caza ilegal. Por cierto, se trata de una norma que en su día solicitaron los propios cazadores para evitar esos ejercicios de disparo con nocturnidad y alevosía en busca de carne, que no de caza. Por eso hay horarios limitados de caza, para restar oportunidades a esos insolidarios escopeteros

El argumento de "yo no puedo tener perro", "si me cruza por el puesto, le tiro" o "todo lo que vuela..." no deberían de quedar ni para bromear a los postres de las comidas, y menos para las tertulias de los bares. Ni tampoco debiéramos de hacer caso a esas fanfarronadas de los mismos de siempre y denunciarlas a quien corresponda para poner fin a esas sangrías de becadas en lugares por todos conocidos.

JUSTIFICACIONES
Bajar bandos de zorzales de alturas increíbles para luego dispararles posados en cualquier arbolito o en el suelo resulta injustificable desde cualquier punto de vista. Hacer masacres de pájaros de esa forma repelente debería estar más castigado aún. Tampoco vale justificarse con "es que si no, no cogemos ni una" o "vuelan demasiado altas" , entre otras disculpas.

Si es defendible el uso de ciertos reclamos manuales artesanales injustamente prohibidos, lo que es capaz de hacer una grabación no tiene nombre. El que quiera carne, que vaya a una carnicería y deje la escopeta. Es deseable que las autoridades vascas se den por enteradas y se tomen en serio estos dos temas.
J.ATXA

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