domingo, 16 de noviembre de 2008

EL RASTRO DE LA LIEBRE

No deja de ser preocupante que una modalidad donde no prima el morral esté prácticamente en el olvido. Me estoy refiriendo a la caza de la liebre con perros de rastro. Esta actividad - sobre todo en el norte peninsular - fue una de las primeras con que se identificaron nuestros mayores y es una pena que los cazadores de nuevo cuño no aborden esta práctica donde mandan la habilidad de los perros, el conocimiento del terreno y las querencias de este lepórido.

A diferencia de la caza de la liebre con perros de muestra, donde el encuentro suele ser consecuencia de la suerte, con los perros de rastro nos hallamos ante la caza clásica. No en vano el perro debe desarrollar una precisa y exhaustiva labor de localización y seguimiento, hasta llevarla a base de fino olfato y esfuerzo a las posturas. La sola oportunidad de oír a los perros latir a rastro es una bendición para los oídos de quienes los han adiestrado. Por algo reza un refrán vernáculo que «perro rastreador, hasta la muerte cazador».

La liebre es un animal perfectamente dotado. Su oído es excepcional y constituye su principal defensa contra la infinidad de peligros que la amenazan. Una liebre adulta puede mantener una velocidad de 60 kilómetros por hora durante 15 ó 20 minutos si es seguida por los lebreles. El peso de la norteña oscila entre 3,5 y 5 kilos, aunque hay quien dice que ha llegado a abatir algún ejemplar de 7 kilos. Conoce cada rincón del bosque, sabe dónde hace fresco en verano y está abrigada del viento en invierno. Tiene noticias de todas las veredas y pistas. Prefiere encamarse en los lugares arenosos y secos, pues la arena conduce tan bien el sonido que oye a cualquier persona o animal que se aproxime. En definitiva, una joya de la Naturaleza y un reconocimiento a las pocas cuadrillas que mantienen este bonito legado, donde prima el saber hacer, aunque las capturas se limiten a unos pocos ejemplares al año. Y para que se mantenga, nada mejor que una acertada política de repoblaciones.
J.A.SARASKETA
Fuente: EL CORREO

3 comentarios:

Jordi dijo...

Soy cazador de liebre con perros de rastro y vivo de esta pasión, tanto por los canes como por la liebre misma, y esta introducció me ha parecido brillante.
No dejen perder esta antiquisima modalidad de caza, tan exquisita y a la vez tan esclava para sus practicantes, en sus terrenos de caza.
Es en esta modalidad dónde presa y cazadores (los perros) tienen que exprimir al máximo sus sentidos y hacer valer su experiencia para sobrevivir, por un lado, o hacerse con la codiciada presa, por el otro.
Gracias y un saludo

Jordi dijo...

Soy cazador de liebre con perros de rastro y vivo de esta pasión, tanto por los canes como por la liebre misma, y esta introducció me ha parecido brillante.
No dejen perder esta antiquisima modalidad de caza, tan exquisita y a la vez tan esclava para sus practicantes, en sus terrenos de caza.
Es en esta modalidad dónde presa y cazadores (los perros) tienen que exprimir al máximo sus sentidos y hacer valer su experiencia para sobrevivir, por un lado, o hacerse con la codiciada presa, por el otro.
Gracias y un saludo

Albert dijo...

Hola,

soy cazador y aficionado al maximo de esta modalidad de caza. Me parece muy bien el escrito. Aqui en Cataluña, aun se sigue haciendo esta modalidad con pasion por los pocos que quedan. Os dejo mi blog por si quereis hecharle ojo.

http://perrosderastroparalaliebre.blogspot.com.es/

un saludo y gracias