jueves, 3 de septiembre de 2009

Protagonista de la media veda

Escuela para unos y puesta a punto para otros, en estas fechas previas a la temporada general el mejor amigo del hombre derrocha su esfuerzo y sus conocimientos tras las codornices.


La media veda de la codorniz ha sido considerada tradicionalmente como el periodo de puesta a punto del perro, así como de iniciación o perfeccionamiento para los canes más jóvenes. Esta época supone una magnífica sesión de calentamiento para la próxima temporada general, y además con caza salvaje, que no es poco.

Aunque cada jornada quedan menos aves en los campos tras su contada presencia en la apertura y luego la continua persecución en las fechas hábiles, desde el primer hasta el último día de caza el protagonismo principal lo adquiere el perro, sin duda, de cuyo trabajo dependerá también el mayor o menor éxito en cada salida. El actor secundario, el cazador, tratará de culminar la faena del can con un tiro certero que permita mostrarle para quién trabaja con un delicado pero decidido cobro.

GUSTOS
Setters, pointers, bretones y bracos ocupan las principales preferencias en el acompañamiento para los cazadores vascos y más que hablar de razas, sería mejor siempre hablar de perros, de ejemplares concretos. Hay algunos con un don especial para encontrar los pájaros; otros que no cesan de correr y correr, seguramente dejando caza atrás; mientras otros registrarán minuciosamente la zona por la que vaya con su dueño, a mayor o menor distancia.

Dicen que se acaban pareciendo a su amo, y algo de razón tendrá el dicho. Y como dice el vetusto refrán, a la codorniz "perro viejo y cazador cojo", esto es, dejando hacer su trabajo y con calma para andar por el campo. Aunque la realidad presente sobre las antiguas fincas de cereal y aledaños sea bien otra, la de perros y dueños volcados a veces en carreras maratonianas por pisar lo antes posible todo el terreno disponible, y si es por delante del vecino de coto, mejor aún.


ESCUELA
Durante la media veda además el perro o perros cazan en grandes extensiones a la vista del amo, lo que permite que ésta sea una modalidad ideal para iniciar a los cachorros. Observar su afición, la búsqueda, el comportamiento al recibir las emanaciones, si rastrea la zona o la evita después de desplazarse la codorniz, cómo responde al vuelo del pájaro o ante las detonaciones, entre un sinfín de elementos más, nos harán ver la evolución de la nueva promesa.

Para ello, mejor llevarles solos o, como mucho, acompañado de algún perro de mucha confianza y garantía contrastada al que puedan ver trabajar e incluso patronear ante el ave detectada.

Y siempre intentar evitar las aglomeraciones humanas y caninas, así como los tiroteos que se pueden producir determinados días en lugares concretos, como en la apertura o en ciertos cotos industriales, ya que sólo facilitarán que el perro se distraiga de su labor cuando está en pleno proceso de aprendizaje.

DISPARO
Una vez detectada la pieza, el dueño deberá usar adecuadamente la escopeta y no confiarse en exceso en el prejuicio extendido de la sencillez del tiro a la codorniz. Si bien esta avecilla afina los instintos del can, al cazador también le ha de poner en tiro. Por ello se descalificarán solos tanto los fallos garrafales como las piezas destrozadas por el perdigón.

En definitiva, tirar como es debido. Algo de lo que en ocasiones nos jactamos pero que no siempre sabemos realizar. Disparar en el momento oportuno, ni lejos ni cerca, no siempre es fácil de poner en práctica.

A veces porque la codorniz sorprende arrancando de una posición inesperada, otras porque el perro no aguanta con la inmovilidad de la muestra y le persigue, el asunto es que sin ser difícil, no siempre se hace tan fácil como se dice. Y son más de cuatro las que de forma inconfesable se escapan a criar. Los más veteranos recomiendan, una vez arrancada la codorniz, contar hasta tres antes de doblar el dedo índice. Por supuesto, el cobro posterior será agradecido al can con afecto como respuesta a su buen trabajo. Él es el protagonista.
Texto y foto: Javier Atxa Arrizabalaga

Fuente: DEIA

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